miércoles, 18 de julio de 2007

La razón y la locura

Qué delgada es la línea que divide la razón de la locura. En minutos, pasamos del bando (de los cada vez más escasos) mentalmente sanos, al de los perdidos sin remedio, mal llamados dementes...

Pero, quién, en medio de este caos de mundo, es totalmente cuerdo?, quién no ha estado eufórico por tonterías? quién no ha intentado o al menos pensado en algún momento que lo mejor es que su vida se termine de una vez? quién, llevado por sus peores o mejores razones, no ha sentido ganas de matar, aniquilar o borrar a otros del mapa? quién no ha hecho locuras por amor?, quién no ha llorado sin motivo?, quién no se ha deprimido?

La razón y la locura dominan nuestra vida por turnos. Y vivimos sujetos a esos turnos, sin siquiera ser conscientes del momento en que cruzamos esa "línea", cada vez más difusa, más débil, más tenue... ¿quizás más atrayente?

Esa línea separa dos mundos: el que amamos y el que más tememos. Porque el segundo es el que muestra lo que realmente somos, el que está lleno de nuestros miedos, de nuestros peores instintos, donde habita el otro, el que escondemos, el que solo sale a la luz cuando estamos solos, desconectados de nuestro rol, el que no se fía de nuestras caretas y nos escupe con crudeza nuestra realidad. El que nos dice lo que no queremos saber, lo que nos rehusamos a aceptar, el que nos hace darnos vergüenza por lo infames, mentirosos o mezquinos que podemos llegar a ser.

En ese mundo encerramos al que no le da miedo hacer el oso, al que habla incoherencias o habla solo, al que no es perfecto, pero que a pesar de todo, anhelamos dejar a salir, porque a veces es más libre que nosotros mismos, que vivimos atados a las razones de otros, a la cordura de otros.

El amor y los sentimientos, el trabajo y nuestras obsesiones, la desesperanza y los malos recuerdos pueden enloquecernos, eso nadie puede negarlo, pero el ser totalmente cuerdos, en esta sociedad de locos, también.

Vivir contigo

Vivir en pareja es mucho más que dormir a tu lado todas las noches.
Es sentir que eres mío, que soy tuya, que somos nosotros.
Es esperar el ruido de la llave en la puerta todas las noches.
Vivir contigo es despertar con frío por las noches y refugiarme instintivamente en tus brazos.
Es tener problemas en el trabajo y poder compartirlos contigo y escuchar tus consejos, así sea que al final no te haga caso.
Es entregarlo todo y recibirlo todo.
Es sentir que cuando hablo de mis tristezas , de alguna forma también las sientes tuyas.
Vivir en pareja es ser consciente de que no hay un mañana seguro, por eso tenemos que esforzarnos tanto en hacer inolvidable el presente.
Vivir contigo es sentir que no estoy sola y que mi mundo y tu mundo han encontrado, al fin, una misma órbita.

Cuando eres maestro

Cuando eres docente, especialmente, si lo eres de corazón, asumes roles de maternidad adicional. Sueles volverte, sin quererlo, la sombra de tus alumnos en clase, los regañas por su comportamiento, los aconsejas respecto a su modo de vestir, eres su confidente cuando sufren y te duelen sus lágrimas, aunque comprendas que esa es la mejor manera para limpiar el alma.

Cuando eres docente, si te nace del alma, te vuelves parte del salón, asumes la dureza del tablero cuando de formar a tus estudiantes se trata y la suavidad y fragilidad de la tiza cuando te piden que los escuches para hablar de su vida, de sus sueños, de sus angustias.

Sufres con ellos y gozas con sus logros. Pero, sobre todo, si desarrollas tal relación empática y de afinidad especial con algunos de ellos, terminas sintiendo el orgullo de mamá biológica (así solo tengas de ellos sus sonrisas), cuando ves que a través del tiempo, son mejores profesionales que tú, saben más que tú y terminan, como el mejor de los docentes, formando a su maestro.

Cumpleaños

A Natalia le fascinan las fiestas de cumpleaños. Para ella son maravillosas y vive celebrándole a cada uno de sus muñecos su cumpleaños. Al menos una vez por semana pregunta cuánto falta para que llegue diciembre, mes en que los años cambian para ella. No entiendo exactamente en qué radica el encanto que tiene esta celebración para mi pequeña, pero en verdad, espero que conserve esa ilusión por siempre. Y que cuando cumpla 20, 35, 0 51, sigan llenándose de luz sus ojos frente a un pastel lleno de velitas, sin que le importe en realidad cuántas son.

Tristeza con sabor a chocolate

Adoro los postres, los dulces, los helados... hace días, con mi amiga, no resistimos la tentación de probar una tajada de pastel de chocolate, con helado de chocolate, ron con pasas y salsa de chocolate. Esa tarde compartimos calorías, soledades y tristezas pero, ante todo, un maravilloso sabor.

Cuando te deprimes, la dulzura de tu postre favorito alivia cualquier dolor. Aún no comprendo químicamente como sucede este milagro, pero en el fondo eso no es lo importante. El resultado de la combinación: amigo, helado, tristeza, aunque no lo crean, siempre es el mejor.

Extraños conocidos

Por algún extraño motivo, llego a conocer personas que luego, con el paso del tiempo, terminan siendo piezas clave en mi vida. Llegan sin aviso, de sopetón. Te miran y te hablan y terminan ayudándote y tú, escuchándoles. Han pasado por mi vida tantas personas, como recuerdos tengo en el corazón.

Agua y cielo

Me gustan el frío, las nubes blancas y el cielo gris. El viento helado en la cara, la lluvia mojando tus pies. El sonido del aguacero, los rayos y también los truenos: me saben a chocolate caliente con queso, a tardes debajo de las cobijas, viendo televisión. Me gusta el frío y compartirlo con alguien porque el calor del ser humano se acrecienta. La oscuridad de un día lluvioso es la mejor cómplice para el amor.

Felicidad

Los amigos te duelen. Los amigos de tu ser más querido te preocupan. Por eso un gran sabio dijo hace mucho tiempo que los amigos, son aquella familia que tú escoges.

A veces, cuando eres pleno y feliz, quisieras que todos gozaran de esa misma felicidad. Y te parece absurdo tener claros los medios, la forma, la manera de estar tranquilo y que simplemente la ignoren o no la vean los demás. No hay fórmulas mágicas: quizás un poco de suerte y una mano divina que pone todos los elementos en su lugar, para que combinados, den como resultado la felicidad. Eso, sí, después de que has dado todo de ti para hallarla.

Los amigos te duelen y mucho más cuando sientes que, a pesar de darles todas las pistas, quieren seguir huyéndole a lo que más buscan, temiéndole a lo que les dará seguridad y entregándose con amor ciego a aquel que solo les da dolor.

Los amigos, aunque te duelan y te preocupen, también necesitan, como te pasó a ti, encontrar tras el camino de espinas, la felicidad.

Mi Natys

Creces y el tiempo no da espera a que me acostumbre al hecho. Dentro de poco serás tú la que me dirá qué es lo mejor para las dos. Llevas seis años conmigo y todavía me sorprendo al admirar lo bella que eres: un don de Dios, una cascada de felicidad . El tiempo pasa rápidamente pero aún no me acostumbro a todo lo que implica ser mamá.

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No eres un ser terrenal. Pareces del aire y del agua. Quisieras volar y estar dentro del mar como los peces , ser sirena y tener también alas. Gozas del agua, gozas del viento, te gozas la vida y aunque aún eres pequeña, nos das a todos los que te rodeamos, alas para soñar.

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sábado, 14 de julio de 2007

Ante todo mujer

Cada vez que escucho a alguna de mis amigas quejarse sobre su actual situación, siento que sigo detenida en el tiempo y que los años no han pasado desde que cumplí 15 años.

La verdad, por más irónico que parezca, las mujeres de mi generación y otras cercanas, hemos vivido en carne propia todo tipo de novelas románticas que merecerían ser la trama central de cualquier novela rosa de corte mexicano, venezolano o brasilero. Y corriendo el riesgo de que me tachen de machista, insistiré en algo por lo cual mis amigas siempre me toman del pelo: salgo a la defensa de los hombres, porque definitivamente somos nosotras quienes los elegimos, los moldeamos, nos enamoramos de ellos y les permitimos que hagan y deshagan con nosotras. En resumen, tenemos lo que nos merecemos.

Después de 3 importantes relaciones en mi vida, las cuales marcaron de una manera muy especial mis recuerdos, puedo asegurar con toda tranquilidad, que sólo cuando comencé a valorarme y a mejorar mi autoestima, y a entender que nada es para siempre (a menos que convenzamos de ello al contrario), pude empezar una relación de pareja sana, consciente, productiva y ante todo, sin egoismos.

A la mayoría de nosotras nos convencieron desde pequeñas que el objetivo de toda mujer es lograr llevar a nuestro "príncipe azul" al altar, para construir a su lado una linda familia y tener un buen compañero al lado del cual envejecer. Primer craso error: niñas, el amor no se compra para toda la vida con una ceremonia religiosa, ya sea budista, católica, judía o cristiana. Y bajémonos de la nube, un hombre no querrá pasar el resto de la vida a nuestro lado y ver cómo crecen nuestras canas si no encuentra unos poderosos motivos, aparte del contrato firmado, para quedarse a nuestro lado.

Ante este primer error, seguimos cometiendo muchos, como convencernos de que podemos ser al mismo tiempo la mejor esposa, la mejor amante, la mejor mamá, la mejor amiga, la mejor ejecutiva, entre otras muchas mejores. !Es imposible! y no lo digo porque esa no sea nuestra aspiración o porque no estemos en la capacidad de lograrlo. Lo digo simplemente porque a pesar de todas nuestra inteligencia, logros, títulos, experiencia con el sexo opuesto y buenos sentimientos, cuando nos metemos en tantos roles, terminamos haciéndolos todos, sí, pero a medias.

Cada día me despierto con la intención de ser la mejor mamá, la mejor pareja, la mejor amiga, la más destacada de mi empresa, pero aprendí a hacerlo por tiempos, paso a paso, y como dicen mis alumnos y una antigua jefe: "cambiándome el chip antes de ejecutar cualquier acción".

Por eso, y luego de las lecciones duramente aprendidas, trabajo medio tiempo(mientras mi hija estudia, yo trabajo), al llegar a casa me convierto en la super ama de casa, me bajo de los tacones y me quito el maquillaje, cocino como los dioses y dejo la casa como una tacita de té. Mientras mi hija de 6 años hace las tareas del colegio, estudio los módulos de mi especialización o preparo las clases para mis alumnos universitarios y en la noche, cuando llega mi pareja, recuerdo todos los consejos de mi abuela y de las mamás de muchas de mis mejores amigas y me concentro en darle a ese ser tan adorado, toda la atención y los mimos que cualquier ama de casa que se respete, puede dar.

Así que termino el día rendida, pero contenta, le leo el cuento de la noche a mi hija y me voy a la cama a hablar de política, novelas, trabajo, desarrollos de software, empresas, chismes de los amigos, entre muchas otras cosas que aquí no vale la pena contar para no antojarlos.

Y enntonces, en medio de las sábanas, reafirmo mi teoría: podemos serlo todo: por favor, ante todo somos mujeres! pero solo cuando no tratamos de hacerlo al mismo tiempo, o cuando sacrificamos unos logros por otros, o cuando nos olvidamos de esa responsabilidad primera que adquirimos al aceptar traer un hijo al mundo: ante todo, mamás. Y no pierdan la esperanza, podemos seguir luchando mantener "hasta que la muerte nos separe" a nuestro príncipe azul. Sólo necesitamos ser más inteligentes para convencerlos de que somos nosotras las que estaremos con ellos toda la vida.