lunes, 10 de septiembre de 2007

Amores difíciles

Cómo duele entender que el amor es cosa seria, que no puedes volver el tiempo atrás y que por más que lo desees, mientras no cures nos dolores internos, mientras no aprendas primero a quererte a tí mismo, mientras no espantes los demonios y fantasmas de amores pasados, no podrás aprender a amar sinceramente a alguien más.

Sólo cuando pasan varios años y comienzas a comprender que el amor va más allá de un compromiso, de un papel firmado, de la bendición de un sacerdote o del lazo invisible que teje entre dos seres un hijo, empiezas a entender que el amor que más buscamos, la pareja que más quisimos, quizás se escapó por la ventana mientras nosotros le abríamos la puerta a otra equivocada relación.

Los amores son difíciles, las relaciones son complicadas. Lo veo día a día en las historias asombrosas de mis amigos, en las ilusiones rotas de mis amigas, en las parejas equivocadas de algunos cuantos, en los sueños por realizar de mis sobrinas, en las esperanzas de aquellos que tienen planes para casarse, en la dulce mirada de aquellos que por primera vez pueden tener entre sus brazos a su hijo recién nacido.

No puedes dar de lo que no tienes y como cosa curiosa, en cuestiones del amor, recibes lo que te mereces. Ni un poco más ni un poco menos, sólo cosechas lo que has sembrado y si en estos momentos estás solo o sola, acompañado o acompañada, al borde el abismo o a las puertas del cielo, si hoy derramas las lágrimas que ayer otros derramaron por tu causa, créeme, tú solo te lo has buscado, sin ayuda de nadie. Por mérito propio, como resultado quizás de tu inmadurez o de prepotencia, de tu falta de cariño, de tu ignorancia para entender los sentimientos de tu pareja, de tu falta de amor por tí mismo, porque de eso deriva que no puedas dar amor a los demás.

Amores difíciles, relaciones conflictivas, sueños rotos... cómo es de fácil cambiar estas experiencias, cómo es de sencillo encontrar el camino correcto, cómo es de fácil volver a sentir mariposas en el estómago con solo escuchar su voz... encuentra el camino hacia tí mismo, perdónate, quiérete y no convenzas a nadie de lo que en realidad no eres... quizás este sea el primer paso para volver a sonreir, a creer en el amor.

Cuando el infinito se mezcla con lo mínimo...

Me enseñaste que el amor no tiene egoísmos y por eso no importa la hora, la tarea, el dolor, el trabajo, porque el estar acompañado en este momento por la persona que amas, hace que todo sea más fácil y hasta divertido.

Me enseñaste a no pensar en el mañana porque lo más importante es el presente y he aprendido a convivir con la idea de que, a parte de ser más sana esta actitud, te permite disfrutar a plenitud cada segundo, cada suspiro, cada beso.

He aprendido que compartir un paquete de papas fritas y una cerveza en la banca de un parque es tan delicioso y agradable como disfrutar el más suculento plato en un exclusivo restaurante.

He disfrutado al escuchar que lo que alguien siente alguien por ti, se puede plasmar en la más bella melodía, en la más tierna canción.

Has podido darme razones para sentir la piel de otra manera, el placer en otras dimensiones y el amor con un significado más real, más tangible.

He hablado contigo de los temas más diversos y he podido aprender y entregar mis opiniones sin miedo a reproches, sólo con el ánimo de llenarme de motivos para conocer cada vez más de las cosas tan absurdas o tan interesantes, tan banales o tan trascendentales que nos ocupan muchas veces.

He sentido que la risa, el miedo, la complicidad, el llanto, la impotencia ante lo que no se puede cambiar, la esperanza por lo que puede llegar, la depresión, hasta la infinita felicidad se viven a tu lado de una manera diferente, quizás hasta más manejable…de un modo que cada vez llena más mi día a día.

He entendido que para crecer como dos, pueden estar tres, cuatro, cinco o más llenando tus minutos, contagiándote con sus planes, con su esencia, con sus chistes (algunos más flojos que otros), sus discursos, su música, sus fantasmas y sobre todo sus sueños.

Te tengo presente en mis minutos y cada hora a tu lado, estando de acuerdo o no con lo que me dices, me han hecho entender que querer con el alma y con la razón sí es posible .Que el infinito se mezcla con lo mínimo y que el para siempre está a la vuelta del mañana.

Me has hecho mirarme, sentirme y reflejarme con otros ojos, le has dado cuerpo a muchos de mis sueños y solo espero que a lo largo del camino, haya puntos de encuentro entre mis sentires y los tuyos… porque lo que sientes me importa, lo que puedo darte me llena y lo que planeemos, así no lo creas, quizás goce de un 60 por ciento de posibilidades de realización.

Gracias por estar ahí, gracias por no estar cuando he tenido que estar sola, gracias por ser parte de mis sueños y al mismo tiempo compartir mis pesadillas, gracias por amarme tanto y por demostrarme con realidades que se puede querer, sin pensar en el mañana.