sábado, 12 de febrero de 2011

Planeando

Planeando el momento de encontrarme a solas contigo,
de dejarme llevar por mis ganas y robarte mil besos,
de atraparte en un abrazo y respirar poco a poco tu aliento,
de mirarte hasta el cansancio, mientras dejo que tus manos
recorran sin cesar, todo mi cuerpo.
Planeando el momento de estar entre tus brazos,
de palpitar al unísono, de saborear por fin tus labios,
de envolverme en tu misterio,
responder a tus coqueteos
y dejar atrás tanto letargo...
Planeando el momento de dejar de tener tantos sueños,
para vivir de recuerdos, mientras te dejo ir de mi lado,
mientras acepto que sólo este momento, el más anhelado, el más planeado,
será solo uno, será el que jamás olvidaré cuando estés lejos,
y piense lo mucho que te extraño...

¿Quién?

Quién te dio permiso de meterte en mi razón, en mis pensamientos, en mi tiempo libre?
Quién te dijo que una noche podrías colarte entre mis sábanas para ahuyentar mi sueño?
Quién te crees al llenar de ilusiones mis noches a solas, robándome la tranquilidad?
Quién te permitió llegar tan profundo en mis latidos, que con solo verte, se aceleran sin sentido?
Quién me iba a advertir del peligro de tu sonrisa, del encanto de tu cercanía,
de la sencilla calidez de tu presencia?
Quién podría alejarme ahora de esta sensación infame de desear lo que es ajeno,
de suspirar por lo que no tengo?
Quién me va a decir, de una buena vez, que nada de lo que pienso puede volverse realidad?
Quién me va a dar la razón cuando quiera dejarlo todo por correr tras esta ilusión?
Voy a olvidarme por un momento de mí.
Voy a dejar que el corazón se me salga y empiece a palpitar lejos de mi cuerpo.
Voy a cerrar los ojos y a concentrarme solamente en este impulso loco de
querer tenerte junto a mi.
Voy a olvidar mi pasado y mi futuro, solo voy a respirar este presente,
perdida en tu abrazo, ahogada en tus besos.
Voy a dejar lejos las razones, mi realidad, mis obligaciones, mi deber y sólo
el querer, va a regir mis acciones,mis ganas de tocarte, de sentirte, de saturarme de ti, solo de ti.
Voy a renunciar por un minuto a mí.
Voy a comprometerme ciegamente, por un día, con vos.
Voy a creer por un instante que no es tarde para los dos.
Voy a sentirte, a palparte, a adorarte, por un minuto, aunque sea solo unas horas...
Por unos días dejaré de ser yo, para que seamos nosotros dos...

viernes, 11 de febrero de 2011

Pensando en voz alta

No entendía lo que mi amiga me explicaba hasta que al cerrar los ojos, en lo único que podía concentrarme era en la mirada de él, en su olor, en la dulzura de sus palabras.

No sentí tan cerca la incertidumbre y el desasosiego hasta que me encontré frente a la pantalla, escribiendo a gritos, para calmar este fuerte dolor en el pecho.

No pensaba en lo mucho que creía conocer a ese desconocido que sin pedir permiso se me metió en la mente y se estaba regodeando en mis entrañas.

No tuve miedo en tantos años... no escribía nada, porque simplemente no me brotaban las palabras... hasta que llegó él con su cálida sonrisa, a regarlas.

No quería que nadie más me entregara las estrellas, hasta que él puso a temblar las que ya tenía en mi cielo y quise que fuera él quien volviera a acomodarlas... a verlas conmigo cada noche, recostada a su lado, sin tener que decir nada...

Cuando encuentras quien te dice lo que quieres escuchar...

Todos tenemos miedo de encontrar esa persona que tiene la capacidad de decir aquello que quieres escuchar... o ponerte a pensar y a soñar cuando estás despierta... o que le atina al número exacto de cucharadas de azúcar que le pones al café.

Ese miedo es real, te eriza la piel y te lleva a darte cuenta de lo frágil que eres y del placer que da el dejar volar la imaginación: al menos tu mente sigue libre y en ella solo mandas tú.

Escuchar lo que quieres oir, mirar lo que quieres ver, sentir la vibra de aquel desconocido que a tu lado está. Volver a escribir sin pensar en quién te vaya a leer. Entender que sólo se necesita la pantalla en blanco para poder desahogar las ganas de gritar.

Cerrar los ojos y ver la sonrisa que tardarás días en ver brillar de nuevo. Contar las horas antes del momento cómplice al no decirse nada... simplemente mirarse en los ojos del otro... para dejarse llevar... al estado inmóvil donde no puedes decir, solo soñar...

Qué difícil, qué confuso, qué triste, pensar que no puedes darte el lujo de escuchar aquello que quieres oir, de los labios que nunca te darás el gusto de besar...